La realidad de Irún
La frontera vasco-francesa, un obstáculo para los migrantes en tránsito hacia el norte de Europa
Con la llegada del periodo estival, las tres capitales de las provincias vascas han atestiguado la llegada en goteo de migrantes en tránsito hacia países del norte de Europa muy determinados como Francia, Alemania, Bélgica o Reino Unido. La procedencia de estos migrantes en tránsito es, sin embargo, mucho más variada, aunque un alto porcentaje emprende su viaje desde la zona del África subsahariana. Bilbao, Donostia y Vitoria son lugares de descanso antes de llegar a sus destinos, pero Irún cobra un papel fundamental en la frontera con Francia, donde se observa lo que muchos han determinado “el cerrojazo” francés: devoluciones en caliente y detención forzada en los caminos de miles de personas.
Según cuenta Alaine Aramburu, del gaztetxe Lakaxita, que sirvió durante los meses de verano como refugio para migrantes en desamparo, “la inmigración en Irún ha existido siempre y es una cosa que personalmente los vascos conocemos muy bien, también hemos migrado”. Aramburu explica que es un “bloqueo por parte del Estado español y el Estado francés”.
Gaztetxe Lakaxita, donde durmieron decenas de migrantes en desamparo. Click en la imagen para conocer más sobre Lakaxita.
Romeo es uno de los migrantes que pasó las noches en Lakaxita. Los medios enseguida se hicieron eco de que al poco de llegar a la ciudad guipuzcoana y ante el fallido intento de traspasar el muro invisible de la frontera vasco-francesa, comenzó a jugar al fútbol. Era su propio acto reivindicativo y el medio para impulsar a voces la realidad de Irún.
El migrante narra además, que ha tardado cuatro años en llegar desde su Costa de Marfil natal a España. Un viaje que ha contado con un parón de dos años en Argelia donde Romeo ha tenido que trabajar en un bazar chino para poder sobrevivir a duras penas. Su exilio hacia Europa le ha detenido también, durante dos años, en un bosque marroquí junto a otros refugiados a la espera de poder pasar la frontera del Estado Español. Y una vez superada la frontera ha conseguido llegar a Irún, aunque en un principio solo fuese un alto en el camino para poder acceder a Francia.
Ahora el protagonista de esta historia vive con una amiga en el barrio irundarra de Ventas, y comenta que tiene cubiertas sus necesidades básicas. También cuenta la situación de los que llegan como lo hizo él hace ya un cuatrimestre: “El Ayuntamiento pone Martindozenea (refugio de la ciudad) donde al menos pueden desayunar y dormir bien”. También explica el calvario de cruzar la frontera: “El resto de chicos se van a Francia. Todos los días alguno lo intenta. Muchos son devueltos. Todos los días la policía francesa devuelve gente. No es fácil pasar”.
“Los controles se hacen seleccionando de manera sistemática y seleccionando por el perfil étnico, lo que es discriminatorio y contrario al derecho europeo”, explica el profesor de la UPV/EHU Iker Barbero, que lleva años estudiando todo este proceso.
Romeo: "Todos los días la policía francesa devuelve gente".
Sorprende la causa de su llegada. Afirma que allí, en Costa de Marfil, él no tenía problemas ni de trabajo ni de dinero. Su afección es una disputa familiar: “Tengo un problema con mi padre, un problema religioso. Mi padre es musulmán y yo soy católico. El no quiere que yo viva en su casa”. Esto le ha llevado a viajar solo, pero no a desapegarse de su madre. “¿En un futuro?”, duda Romeo. “En un futuro… trabajo, aprender castellano y traer a mi madre a Irún”, se sincera el migrante. “En cuatro meses mira mi castellano, en otros cuatro me pongo con el Euskera”, concluye Romeo entre risas.
Romeo pretende dejar claro que no ha tenido ayudas ni por parte del Ayuntamiento, ni por parte de otras instituciones. Resalta la labor que se ha llevado a cabo por parte del gaztetxe Lakaxita y los voluntarios que han trabajado allí. Y desde Lakaxita también señalan que Romeo, una vez asentado en Irún, cooperó con el propio gaztetxe en tareas de acompañamiento, traducción. Era para muchos “un lider” al que recurrir, señalan desde el gaztetxe. Romeo es, desde su llegada, un inmigrante modélico para el resto de viajeros en tránsito: “La gente nueva que viene... yo les explico cómo pasar la frontera, cómo hay vestidos donde la policía francesa”.
